Adictos al running, la droga del corredor

  • Mar, 9 marzo 21, 11:10

Correr reporta numerosos beneficios a nuestro bienestar físico y mental, pero también puede crear adicción. El «subidón» del corredor existe y sus efectos son similares a los producidos por el consumo de drogas.

Con el lucero del alba como único testigo, millones de habitantes de la aldea global corren por parques y calles, carreteras y senderos, impulsados por un resorte anímico, posiblemente primitivo. La fiebre del correr, antes footing, ahora running, contagia diariamente a miles de personas en todo el mundo. Y no es una moda pasajera. En los últimos meses y tras el duro confinamiento que nos obligaba a permanecer en casa, se ha disparado este fenómeno universal. Según un estudio sobre las aficiones durante la fase de desescalada realizado por Ipsos Digital, 3 de cada 5 españoles habían decidido empezar a practicar ejercicio físico. El running, con el 22%, se posicionaba como el segundo favorito, detrás de caminar, que lograba un 58%. En tercer lugar se situaba montar en bicicleta, con un 17%.

Motivos por los que nos gusta tanto correr

Razones no faltan para sumarse a este deporte que levanta pasiones en cualquier rincón del planeta. Si te preguntaran cuáles son los verdaderos motivos, ¿responderías esto? Está al alcance de todos, es saludable, barato y no entiende de condicionantes: puedes practicarlo cuando quieras, como quieras y donde quieras, de forma individual o en grupo. Tanto es así, que el 18% de los corredores manifiestan sufrir «runnorexia». Una terminología que se emplea para definir el trastorno psicológico cuya característica principal radica en la imperiosa necesidad de correr. Algunos de los afectados dicen estar «enganchados» y presentar síntomas adictivos, como el síndrome de abstinencia o la pérdida de control. ¿Alguien se da por aludido?

Carreras a la carta

Este «boom» social cuenta con un amplio abanico de adeptos. Los hay de diferentes niveles y con distintos objetivos. Están los que prefieren una carrera popular, otros se decantan por una media maratón, mientras que hay quienes eligen la mítica distancia de los 42 kilómetros 195 metros. Encontrar plaza en la decena de multitudinarios maratones que se celebran anualmente en España no es tarea fácil. Y aquí no acaba la cosa. Los ultratrails en los últimos tiempos, han incrementado su popularidad y participación de manera exponencial. Este tipo de competiciones, de extrema dureza, generan auténtico furor entre sus fieles seguidores. Por muy diversas que sean, todas tienen un común denominador: el endurecimiento de las condiciones. Correr en la montaña o en el desierto, sobre superficie helada, con muchos grados bajo cero o a altísimas temperaturas, son solo algunas opciones.

La recompensa se encuentra tras la meta

Sea cual sea la modalidad escogida, lo cierto es que al finalizar la hazaña y tras abrirse paso entre los aplausos de la multitud congregada, los deportistas en su gran mayoría, se muestran eufóricos y desinhibidos. Pese a que el pulso garabatea, la respiración ha perdido su compás y las piernas ya no responden, irradian alegría, entusiasmo y felicidad a partes iguales. Entre abrazos y alguna que otra lágrima incontrolable concluye la proeza que acaban de protagonizar: Llegar a meta, lograr el objetivo marcado y sobrevivir a la dura prueba. Pero como bien dicen «todo esfuerzo tiene su recompensa» y, en este caso, no podía ser menos.

Adictos al running: Por qué correr engancha

Las cifras así lo evidencian. Hay dos millones y medio de españoles que corren al menos una vez por semana, tantos como pares de zapatillas deportivas se venden a lo largo del año. Para hacernos una idea de su impacto, solo en nuestro país la industria del sector factura más de 300 millones de euros anuales.

Todo corredor sabe que competir contra sí mismo o contra los demás convierte la acción en un desafío motivador. Además, es conocedor de que no siempre ganan los más dotados y que la droga más poderosa es la que fabrica el propio cerebro. Si ya has disputado un maratón, sabrás que rebasado el kilómetro 30 aparece lo que denominan «el muro», una gran barrera fisiológica y mental que de un golpe seco vacía todas tus fuerzas y origina la angustiosa sensación de no poder avanzar. ¿Por qué continuar? Estamos locos… ¿o qué?

Probablemente el atletismo sea el deporte que más endorfinas genere. Las hormonas de la felicidad, como todos las conocemos, son péptidos opioides endógenos fabricados por nuestro cerebro con una estructura muy similar a la de los opiáceos, entre los que se encuentran la heroína o la morfina. Esto explica, en parte, la algarabía de los corredores al acabar una carrera. Y por si fuera poco, el running también consigue que aumentemos la producción de otros tres neurotransmisores —que paradójicamente también terminan en «ina»—: La serotonina, encargada de equilibrar nuestro estado emocional, la dopamina, responsable de proporcionarnos una extraordinaria sensación de placer y relajación, y la oxitocina, la hormona del amor. La secreción de todas estas sustancias hace que correr pueda generar respuestas similares a las obtenidas mediante el consumo de drogas.

Si cuando llevas unos kilómetros corriendo te sientes más feliz que de costumbre, es normal, no te preocupes y disfruta, solo estás un poco dopado.

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